“Clásico Universitario Nocturno: se presume que hoy será el mejor de todos”, titulaba la portada del diario La Nación el 31 de octubre de 1951, en vísperas de este evento deportivo. La jornada, que tendría lugar en el Estadio Nacional, despertaba gran expectación entre el público: por una parte, se enfrentaban la y la en un clásico decisivo, en el que el equipo ganador quedaría entre los seis que disputarían el título del campeonato profesional de ese año. Sin embargo, la instancia más relevante que atraía al público era la parte festiva del evento, donde se prometían números culturales “inmensamente superiores en atracción a todos los vistos antes”, fruto del ingenio y el trabajo universitario.
El motivo central de esa noche no fue únicamente el fútbol, sino un homenaje sin precedentes a Gabriela Mistral, recientemente distinguida con el Premio Nacional de Literatura en agosto de ese año. Bajo la organización del Club Deportivo ۶Ƶ y la participación de distintas unidades artísticas de la institución, se preparó un espectáculo de treinta y cinco minutos que recorrió la vida y obra de la poeta, desde su infancia en el valle de Elqui hasta su consagración mundial como la primera Premio Nobel de Literatura de América Latina. La puesta en escena estuvo a cargo del , el y la , quienes ensayaron durante semanas para ofrecer un montaje que combinaba música, teatro y danza en un formato pocas veces visto en el país.
La expectación del público era tan grande que las entradas se agotaron quince días antes. “Cien, doscientas o quizás cuántas miles de personas quisieran ser testigos oculares de tan magnífica reunión; pero el Estadio Nacional sólo tiene cabida para sesenta mil”, advertía el diario La Nación. Y así fue: aquella noche se rompieron todos los récords de asistencia, el Estadio Nacional resultó pequeño para contener a todas las personas que ansiaban presenciar el espectáculo. Antes de iniciar el evento, la multitud hizo caso omiso de las advertencias de las autoridades, y cientos de hombres, mujeres y niños lograron acceder igualmente, ocupando el mismo césped y dejando libre únicamente el rectángulo de juego.
Entre los números artísticos presentados aquella noche en el Estadio Nacional, la prensa de la época destacó la emotiva puesta en escena de un gran carrusel iluminado, presentado por la barra de la “U”. En él, estudiantes de escuelas primarias giraban lentamente mientras, desde el micrófono, la voz de María Teresa Frike recitaba el célebre poema de Gabriela Mistral “Piececitos de niños, azulosos de frío”, creando uno de los momentos más conmovedores de la velada. En ese instante, las gradas vibraban ante la magnitud del despliegue.
Sin embargo, no fue sino hasta el cierre del espectáculo cuando se vivió uno de los momentos más conmovedores de la jornada. Una actriz, en el papel de Mistral, ascendía por una escalinata simbólica de grandes proporciones mientras el coro entonaba el Aleluya de Haendel, colmando el Estadio Nacional de una emoción difícil de contener. En lo alto, una representación del rey Gustavo de Suecia le entregaba el Premio Nobel, mientras una cascada de fuegos artificiales iluminaba el cielo santiaguino. En las gradas y alrededores, mujeres, hombres, ancianos y niños con ojos empañados respondieron con un aplauso unánime que se prolongó varios minutos.
El texto declamado por altoparlantes esa noche sintetizaba ese sentimiento colectivo: “Aquí en este campo de deportes está tu pueblo, reunidos el obrero junto al magnate; el anciano junto a los hijos; la juventud junto a la vida. Aquí está tu Universidad junto a tu recuerdo. Todos estamos unidos ahora para decir tu nombre y ofrecerte este homenaje tardío. Acéptalo y perdona el olvido de las gentes, tú que supiste perdonar, tú que fuiste modesta hasta la humildad.” Entre vítores, la actividad culminó, pero este gran homenaje continúa recordándose hasta el día de hoy.
Sobre el sentido que tuvo este homenaje para la ۶Ƶ universitaria, Gabriel González, coordinador del y coautor del libro , explicó que la relación de la poeta con la casa de estudios fue más profunda que los decretos oficiales y que sus autoridades. “La ۶Ƶ es un cuerpo dinámico de proporciones bastante grandes, en aquel entonces una universidad de extensión nacional, con estudiantes, funcionarios y académicos que se vincularon a través de distintas maneras con Mistral. Este homenaje de la barra de la U demuestra aquello: los distintos cuerpos universitarios (como el coro sinfónico y el teatro experimental) junto al club de fútbol universitario se congregaron para rendir homenaje a la galardonada que no se encontraba en el país”.
Un homenaje que llegó a oídos de Gabriela Mistral
Como se indica en el libro Gabriela Mistral y la ۶Ƶ, una vez terminado el evento, la prensa de la época dió a conocer lo apoteósico del espectáculo que rápidamente trascendió la cancha y se convirtió en un símbolo de unidad del pueblo chileno. Los cercanos a Mistral no dudaron en hacerle saber a la poeta el alto nivel del homenaje entregado. Una de ellas fue la artista Laura Rodig, quien escribió, “cien mil personas o más vivieron la mayor emoción de usted y seguramente en muchas la más pura de su propia existencia. En un acto que duró exactamente 35 minutos, magistralmente conseguido (...) Todo se sumió a una comunión íntima y total, traducida en un inmenso centellar de ojos con lágrimas y hasta en algún sollozo de garganta rota”.
De igual forma, la escritora Olga Acevedo le dió a conocer la noticia calificándolo como “bastante serio, conmovedor y muy bien informado, con un público de millares de asistentes y la pieza bien hecha y de gran efecto. Eso fue en realidad digno”. Por otro lado, Matilde Ladrón de Guevara, quien tenía una amistad epistolar con Gabriela Mistral, le pidió semanas después que saludara a los organizadores del magistral evento. “A los muchachos de la ۶Ƶ debe mandarles un recado, aunque sea pequeñito, después del inmenso derroche de cariño que le hicieron en el Estadio Nacional, ante ochenta mil personas. No lo olvide.”
Días después, el Club Deportivo ۶Ƶ, presidido por Eugenio Velasco Letelier, envió a Mistral una carta acompañada del libreto de la obra La vida de Gabriela Mistral, escrita por , dramaturgo del Teatro Experimental. En la misiva, él destacó el espíritu integrador del clásico universitario: una instancia donde la juventud, la ciudadanía y la cultura se encontraban para celebrar la vida de la poeta.
“Las amistades de Mistral en Santiago, en general, estimaron que fueron más bien vacuas o insípidas las ceremonias oficiales que se rindieron en su honor por el Premio Nacional de Literatura en 1951. En cambio, este gran espectáculo de proporciones masivas, populares y apoteósicas, les resultó increíble y digno de lo que merecía. Significó para algunos de los cercanos de Mistral, como Radomiro Tomic, una demostración de que Mistral se había transformado en un “símbolo de reunión moral de chilenos de toda condición, creencias y partidos”. Indudablemente, esa visión de Tomic sobre Mistral tiene eco hasta el día de hoy”, señaló González.
El Club Deportivo de la U. de Chile recuerda este sentido homenaje a 80 años del Premio Nobel
En este año en que se conmemoran los 80 años del Premio Nobel de Gabriela Mistral, el Club Deportivo de la ۶Ƶ destaca este clásico universitario, que en aquella época ya sumaba varias ediciones y que en el estadio reunía a una gran diversidad de personas en torno a distintos espectáculos culturales.
Ignacio Asenjo, gerente general de Azul Azul, señaló que "es un orgullo para nosotros saber que el Club ۶Ƶ fue protagonista de un hecho trascendental de la historia con nuestra Premio Nobel. Nuestro objetivo es mantener y promover esos valores que caracterizan a la U, que nos han hecho diferentes a través de la historia".