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Daniela Catrileo, primer lugar del 2° Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet:

“No es menor elegir de qué manera situar a las mujeres que son personajes de nuestras escrituras”

Entrevista a Daniela Catrileo, ganadora del Concurso Marta Brunet
"Con este premio me siento muy agradecida porque es anónimo. La escritura es la que prima por sobre la persona", señaló la escritora.
"Creo que hay un imaginario liminal en Marta Brunet que puede acercarse a mis intereses estéticos en la literatura", señaló Daniela Catrileo.
Sutura de las Aguas es un ensayo de Daniela Catrileo, publicado el año 2024 por Kikuyo Editorial.
Chilco es la primera novela de la autora. Publicada por Seix Barral.
Piñén es su primer libro de cuentos, publicado bajo el sello de Pez Espiral.

Entre 700 cuentos que llegaron desde autoras de Chile, Argentina y Uruguay, la escritora Daniela Catrileo fue elegida por el jurado con el primer lugar de una nueva edición del Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet. Titulado como “La intimidad de un bosque”, el relato se sitúa en la ruralidad donde dos hermanas se desenvuelven en la cotidianidad, en la calidez de una cocina, pero en el cuidado que una debe hacer sobre la otra. En ese hogar también aparecen los animales, los utensilios, la rutina. 

Cálido, breve y emotivo, el relato fue reconocido por el jurado por “su capacidad para contar una historia con los recursos precisos, sin recurrir a explicaciones explícitas ni literales”.

Daniela Catrileo es autora de poesía, novela, ensayo y cuentos; género al que, relata, se ha ido acercando en el último tiempo; misma aproximación que ha tenido también con la autoría de Marta Brunet.

- ¿En qué momento de tu trayectoria literaria se inscribe este reconocimiento?

Fue sorprendente el llamado. Postulé este cuento en el último momento.

No sabría inscribir este premio en una trayectoria porque creo que me cuesta mucho situar las cosas, verme a mí misma como una trayectoria. Me veo mucho más en procesos dispersos, trabajando en distintas cosas creativas a la vez. Me cuesta ver mi trabajo profesional como una trayectoria, más bien pienso que estoy ensayando todo el tiempo y dentro de esos ensayos voy tanteando; mediante el trabajo y la intuición, arriesgándome, arrojándome, a veces, voy teniendo aciertos. Más bien siento que todo es muy procesual y muy de ensayo.

- Este premio se suma a otros que has tenido. 

Con este premio me siento muy agradecida porque es anónimo. La escritura es la que prima por sobre la persona. Los otros premios donde me han reconocido son de obras publicadas, donde se sabe quién está trabajando, cuál es su propuesta y se analiza de forma mucho más general el trabajo de esa persona. Creo que esta apuesta es diferente.

Ahora, los premios para mí también son un reconocimiento económico importante frente a la precarización del trabajo artístico y literario; especialmente para el trabajo de las mujeres y de otras personas que tienen que hacer múltiples tareas para poder sobrellevar la literatura, que no se paga a sí misma, sino que uno tiene que estar en diferentes actividades en torno a la literatura.

- Sobre Marta Brunet, ¿qué sabías, cuál era tu proximidad a su figura e imaginario literario?

Marta Brunet, a diferencia de María Luisa Bombal, que la leí mucho en el colegio, se me aparece mucho más en la adultez. Yo diría que en la universidad tuve mis primeros acercamientos a ella, especialmente a libros de cuentos y dos de sus novelas, una que es Montaña adentro y María Nadie. También el cuento Reloj de Sol. Fue un acercamiento voluntario en el sentido de releer y recobrar obras de escritoras que no necesariamente habían sido tan visibilizadas o que, a pesar de su reconocimiento en su contexto y en su tiempo, no eran transmitidas con el mismo ímpetu que cierta literatura de varones.

Ahí hubo una voluntad específica que nace a partir de la búsqueda de escrituras de mujeres en el país, principalmente por mi acercamiento ideológico hacia los feminismos, hacia la representación y el enunciamiento que tienen ciertas figuras femeninas. Va por ese lado, como una decisión de ir leyendo a las autoras. Y como anécdota no más, cuando chica yo le decía a mi abuelita María Nadie.

- ¿Encuentras algunos puntos de convergencia con su escritura, con sus imaginarios literarios?, ¿lo rural, la provincia?

Creo que hay un imaginario liminal en Marta Brunet que puede acercarse a mis intereses estéticos en la literatura. Son diferentes mundos que se van encontrando, colisionando o también teniendo cierta convergencia. Una parte, claro, el campo y la ciudad, como se van encontrando personajes que habitan un lugar; y por otra, las lenguas que están más cercanas a un mundo plebeyo, teniendo sus roces con otro mundo que es más intelectual.

La mirada de las infancias es importante en Marta Brunet y para mí es una búsqueda también. Me interesa cómo aparecen los niños, sus curiosidades, los asombros, los dolores. Por otro lado, la agencia de las mujeres, que creo que es decididamente importante en su obra. Para mí no es menor elegir de qué manera situar a las mujeres que son personajes de nuestras escrituras. 

- Has escrito novelas, poesía, ensayos; también cuentos. ¿Cómo te llevas con el formato?, ¿cuán familiarizada o cuán pendiente estás de él?

Soy una lectora de distintas cosas. Me interesa mi propia búsqueda como también ir tanteando diferentes materiales. Creo que los últimos años, quizás por los tiempos más cortos entre la vorágine laboral, el cuento me permite tener otra llegada a la escritura. 

Diría que desde la pandemia he estado mucho más interesada en la lectura de cuentos, también de cosas que tenía pendientes, por ejemplo, los cuentos de José Donoso. También me interesa la literatura de escritoras contemporáneas, como Liliana Colanzi. Nuestro mundo muerto es una obra que me interesa mucho y creo que es importante. He estado leyendo harto también a la autora argentina con ascendencia japonesa, Alejandra Kamiya. Han sido deudas que he podido saldar por la vorágine del tiempo.

La estructura de entrar al cuento requiere menos tiempo o un detenimiento distinto que la novela. Mi escritura también va dialogando con ello. Tengo cosas que no he publicado, hay cosas que me han pedido específicamente y va a depender de cómo esté hasta emocionalmente en ese momento para ver qué va a aparecer.

Me gusta jugar con la ficción, trabajo mucho con esos materiales, hay cosas que me interesan y me obsesionan. Voy anotando de a poquito en los diarios de vida y después recurro a ellos para ver si hay algo ahí que me pueda ayudar a detonar una imagen o algo que pueda orientarme respecto a un lenguaje en específico.

En este caso, por ejemplo, el cuento que postulé al concurso Marta Brunet, era uno que me habían pedido hace mucho tiempo atrás, un cuento sobre el amor, en una antología que nunca apareció. Lo escribí pensando en cómo dislocar la idea del amor y me apareció esto. Es más bien un relato cercano a un amor fraternal y de cuidados entre hermanas, por allí lo saqué. Una va torciendo una idea general y así va apareciendo otra. Me parece interesante cómo lo que está por fuera del programa o la estructura que nos vamos imponiendo, a veces aparece más sorprendente y maravilloso.

- Este cuento se adentra en un imaginario rural y en la labor de los cuidados entre sus tópicos principales, ¿cómo llegaste a eso?

Le di vueltas a las formas del amor y estuve un rato pensando en eso: ¿qué tipos de amor no son tan visibilizados? ¿Cómo la labor de cuidados también puede ser sofocante? ¿De qué manera aparecen los cuerpos de mujeres mayores y sus voces? Las mujeres mayores en los relatos son algo que en los últimos años me ha dado muchas vueltas, principalmente porque creo que también la escritura trata de identificarse mucho con ciertos personajes, pero son personajes que todavía siguen siendo jóvenes. Son citadinos que se mueven en lugares mucho más cercanos a nuestras propias problemáticas, pero quedan totalmente desplazadas las vidas de personas mayores que sufren otro tipo de nudos en sus vidas. Por allí se me estaban apareciendo hace rato estos fantasmas de mujeres mayores y dije: “Ya, este es el momento de escribirlas”, de ver qué pasa con estas vidas también. 

Creo que esto es un problema personal, generacional. En este momento tenemos que tomar más en cuenta el cuidado de nuestros padres y madres, a la edad que tenemos. Es algo que los últimos años me ha tomado bastante reflexión en torno a las propias enfermedades de nuestras abuelas, madres o padres, que ya frente al sistema precario de salud en el que vivimos, a las clases sociales a las que pertenecen, se tornan temas recurrentes que hay en un encuentro familiar: las dolencias, las enfermedades, la muerte y claramente eso va dejando huellas de lo que me interesa en la escritura, aunque no aparezca en su forma de lo real, sino como ficción.

- Eres tallerista. ¿Desde qué lugar los planteas y cómo nutre tu escritura esa labor?

Hay un texto con el que siempre parto los talleres que es el t que me parece importante para sentar las bases éticas sobre un taller. Creo que siempre regreso a él para explicar esto.

En un taller lo que aprendemos es la experiencia de escribir y de acompañarnos unos a otros para construir una ۶Ƶ en torno a esa escritura; no para aprender a escribir, sino que esa experiencia del proceso, del camino, de los consejos, de la crítica. Creo que quienes damos talleres somos parte también de esa ۶Ƶ, más allá de que estemos ejerciendo o no las propias orientaciones escriturales o los ejercicios. Creo que en el diálogo hay una contribución que es horizontal, y en esa horizontalidad aprendemos totalmente a partir de cómo se va generando el aprendizaje en ۶Ƶ. Me cuesta mucho salir de esa visión porque encontré ese modo y es en el que me desenvuelvo, un espacio mucho más orgánico en el que suceden las incertezas, las dudas y que esas incertezas también las puede tener uno y puede aprender de los otros en ese lugar. Eso no deja de ser importante para la escritura de quien se plantea como profesor o profesora en un espacio de taller. Muchas veces las ideas aparecen allí y esos destellos no dejan de formar parte de los propios procesos escriturales.

- Tu escritura se ha acompañado de un posicionamiento de ser mapuche. ¿En qué medida crees que eso se acomoda para definirte como escritora?

Lo mapuche a mí no me trae problemas, creo que en Chile se posiciona como una pertenencia a un pueblo determinado. Hay personas a las que les gusta hacer el énfasis. Mi pregunta es: ¿Por qué? En este caso es mapuche porque el premio es internacional, entonces no está mal. Pero me pregunto: si ganara una persona chilena, ¿pondrían “autora chilena gana premio”? Si hubiese ganado una uruguaya, quizás habrían puesto “escritora uruguaya”. Claro, está bien, estamos posicionando una pertenencia a un territorio determinado. Para algunas personas es más importante esa visibilización. 

Una es consciente del lugar que ocupa también, en el contexto en el que es importante autodefinirse, autonombrarse. Hay que saber en qué lugar es importante reafirmarse como persona mapuche. Creo que no en todos los lugares. Ahora, a mí me es importante en cuanto siga habiendo presión hacia un pueblo.

- También se topa, o quizás se topaba con esta idea de los pueblos originarios como una foto, algo del pasado.

Sobre la literatura mapuche a mí me parece que, viéndola en su complejidad, siempre ha estado en movimiento. Creo que es un lugar muy en apertura respecto a que puede entrar en ella la visión o las producciones simbólicas tradicionales al mismo tiempo que las contemporáneas. Pienso que es un lugar de contaminación permanente y eso para mí es justamente la riqueza de la literatura mapuche. Es decir, cómo convive un canto ancestral con un poema que está hablando de mapuches que viven en la periferia o cómo está escribiendo una poeta sobre los lamngen que han sido asesinados frente a una poeta que está reafirmando un espacio de la mujer en el pueblo. 

Pueden convivir diferentes mundos dentro de la literatura mapuche. Ahora, creo también que las generaciones jóvenes van contribuyendo a ciertas aperturas sobre las temáticas, a los contenidos, pero también a la estructura. Una de las cosas que a mí me interesaría que comenzaran a aparecer es de qué forma se va transformando el dolor o la herida dentro de las propias escrituras de personajes o de posicionamiento subalterno. Pero esto es una obsesión mía. ¿Cuándo vamos a empezar a gozar y a celebrar en la escritura? El dolor se va a transformar también. Sé que es necesario que el dolor aparezca, pero, ¿en qué momento van a empezar a aparecer otras temáticas que van a subordinar ese dolor o lo van a transformar? Es lo que me pasa, por ejemplo, con la escritura de que es alguien que ha entendido muy bien de qué manera la violencia o el erotismo pueden ser dos polos que pueden entrar en una cierta dialéctica en la literatura, en el lenguaje, y no necesariamente enfocarse en un dolor desde el padecimiento, sino que va mucho más allá. Veo esa transformación mucho más presente en algunas autoras que me parecen significativas en el presente. Pongo el énfasis en Roxana, pero también está en , que hace tiempo hace el trabajo de pensar la impureza o la contaminación en la escritura. La misma , haciéndole la pregunta y cuestionamiento colonial a ciertas autoras blancas latinoamericanas, de qué tanto sabían o no sabían lo que estaba ocurriendo en Wallmapu. Hay complejidades que son parte de la literatura mapuche y me interesa de curiosidad, no más, pensar en cómo se va a seguir transformando.

- Pasaste por la U de Chile, por un diplomado en la Facultad de Comunicación e Imagen, ¿cómo fue esa experiencia?

Sí, por el Fue accidentado, porque fue el 2019. De hecho, el primer carrete que habíamos hecho juntos fue el 18 de octubre. Estábamos en la casa de una compañera cuando empezó a ocurrir todo. Creo que eso nos fortaleció, fue algo importante que yo creo que vamos a recordar siempre.

Fue interesante estar con Faride Zerán, Patricia Espinosa, que son personas que uno ha visto su trabajo hace mucho tiempo. El diplomado tenía harto de taller y eso era bueno: discutir textos y comentarnos lo que escribíamos entre unos y otros. La parte que más gozaba tenía que ver con los comentarios y las lecturas de compañeros respecto a sus propios textos que las cosas más teóricas. Vengo de un mundo muy teórico, entonces me interesaba lo práctico. Es un diplomado híbrido muy heterogéneo. Abarca muchas cosas.

- ¿Cuáles son tus actuales inquietudes poéticas?

Siento que las inquietudes son inagotables. Eso es algo que no me deja de asombrar de la escritura misma o la poesía. Siento que es un territorio que me acerca mucho a mi propia infancia, a esas búsquedas, fijaciones específicas, obsesiones. 

Soy alguien que está recolectando imágenes y palabras todo el tiempo. A veces me obsesiona un tema y sigo en eso, aunque no sepa en lo que va a terminar. Por ejemplo, hace rato vengo dándole vueltas a la idea del hielo, de los icebergs, de los glaciares, de los insectos congelados que sobreviven a bajas temperaturas sobre la blanquitud permanente: no sé qué va a aparecer de allí. 

Otra cuestión es lo liminal, el encuentro entre la emoción y el pensamiento es algo que me interesa mucho en poesía y en la escritura, el cómo aparecen estos destellos intuitivos o afectivos en la propia corazonada para escribir, en el impulso de escritura, cómo se macera esa emoción en un texto, de qué manera contribuye o de qué forma puede entregar sus propias semillas a ese espacio textual. Esas son obsesiones que tengo hace tiempo ya, mucho más procesadas hasta en términos de técnica, imagen, del ritmo y del tono. Lo otro ya son fijaciones que tienen que ver con mi propia obsesión.

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