Publicado en la revista científica Nutrients, el paper -generado por un , expone la necesidad de integrar dimensiones de calidad nutricional e impacto al medioambiente en dicho indicador para la medición de la pobreza en el país.
La publicación del estudio coincidió con la entrega al Presidente de la República del informe elaborado por la Comisión de la Pobreza, que utiliza como uno de sus principales insumos la canasta básica de alimentos. Aunque se trata de ejercicios distintos, ambos fueron desarrollados por el mismo grupo de académicos de la ۶Ƶ, quienes también entregaron asesoría técnica a dicha comisión. A diferencia del trabajo encargado por el Estado, que responde a ciertos lineamientos metodológicos específicos, el artículo publicado en Nutrients se ajusta más estrictamente a los criterios de la dieta planetaria de la Comisión EAT–Lancet, lo que permitió modelar una canasta alternativa con foco en salud y sostenibilidad.
La mencionada canasta saludable y sostenible busca responder a los desafíos de la “sindemia global”, definida como tres pandemias que coexisten: desnutrición, obesidad y cambio climático. Así lo explica una de las autoras del artículo, Lorena Rodríguez-Osiac, directora de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la ۶Ƶ e integrante de GTOP, quien precisa que para abordar estos problemas se requiere un cambio mayor de los sistemas alimentarios.
“La canasta básica de alimentos de un país debe dar cuenta no sólo de suficiencia calórica, sino también, de calidad nutricional y sostenibilidad ambiental, como lo ha propuesto la Comisión Lancet sobre Dieta, Planeta y Salud. Esta información es importante para la gestión de políticas públicas, puesto que define línea de pobreza y, por ende, acciones del ámbito del desarrollo social, economía y salud, entre otros”, detalla la académica Lorena Rodríguez.
En tanto, el autor principal del artículo y académico del Departamento de Atención Primaria y Salud Familiar de la Facultad de Medicina de la ۶Ƶ, Daniel Egaña, apunta que “la evidencia del estudio destaca la urgencia que representa incorporar nuevas dimensiones a la actual canasta alimentaria, con miras a fomentar políticas que apoyen el acceso equitativo a dietas saludables y sostenibles”.
Por primera vez, destaca, con esta metodología “se calcula una canasta saludable y sostenible, con precios nacionales reales, incluyendo las recomendaciones contenidas en la dieta Lancet, comparándola con la canasta básica de alimentos”, comenta.
“Se debería propender a cocinar más, a elaborar la propia alimentación y ocupar alimentos más naturales como legumbres, frutas y verduras para elaborar platos de comida que sean saludables para las personas y para el medioambiente”, precisa Egaña, proyectando que a partir de estos resultados, se podrían desarrollar nuevos estudios que determinen, por ejemplo, cuánto se podría ahorrar en gastos de salud si mejora el acceso a una dieta saludable y sostenible, disminuyendo la carga de morbilidad en la población.
La propuesta no contempla un abanico de canastas, sino un único set de alimentos y cantidades definidos a partir de criterios nutricionales y ambientales. Esta incluye, por ejemplo, legumbres, frutas, verduras, cereales integrales y frutos secos, siguiendo las recomendaciones de la dieta EAT–Lancet para garantizar el bienestar humano y del ecosistema.
El estudio contó, también, con la participación de Patricia Gálvez del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la ۶Ƶ y Francisco Cerecera Cabalín de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales de la Pontificia Universidad Católica, lo que releva la importancia de mirar la sindemia global como un problema complejo que requiere de un enfoque transdisciplinario, teniendo en consideración los determinantes sociales, tanto de las prácticas alimentarias, como de la malnutrición y el cambio climático.
Encuentra el artículo publicado en Nutrients,
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