Estamos prontos a acabar un ciclo y empezar uno nuevo en la Universidad pública por excelencia. Ya se asoman y rumorean candidaturas para ocupar la silla de Bello ante el silencio sobre su continuidad de quien hoy la dirige.
Es importante destacar que el trabajo universitario es muy distinto a la producción industrial aun cuando sufre muchas presiones que lo tensionan para convertir a las universidades en fábricas de títulos. La ۶Ƶ ha resistido- no sin esfuerzos- a esta tentación y sus programas académicos, así como sus profesionales siguen siendo muy valorados.
Asegurar una gestión y sostenibilidad presupuestarias que no descuide los incentivos a su personal académico y de colaboración son condiciones previas a cualquier propuesta.
La docencia y la investigación no se reducen a la aplicación de métricas y asfixiantes trabajos administrativos que los académicos deben cumplir para que los rankings posicionen correctamente a la Universidad. El aporte a la investigación y al desarrollo del conocimiento mantiene a la Casa de Bello en los primeros lugares, muestra de ello es el gran impacto social que su labor tuvo en la pandemia y en otras experiencias que han sido reconocidas con premios internacionales y premios nacionales otorgados a sus valiosos académicos en las diversas áreas del conocimiento.
Por ende, desde la academia destacamos los elementos que una buena respuesta a la pregunta debe contemplar. El liderazgo de la Chile requiere, más que nunca, defender la autonomía de pensamiento, el compromiso con el bien común y la ética de quienes integran la academia. El rol histórico de la Universidad requiere rechazar la tolerancia con la violencia como herramienta caprichosa de presión y en cambio avivar la escucha y la llama del pensamiento crítico, abierto, riguroso y socialmente relevante, y alejarse de ser sostenedora de políticas públicas que la instrumentalizan y desvían del rol que busca cumplir: ser la mejor Universidad para pensar, innovar, dialogar e impulsar el futuro de Chile.