El pasado 25 de abril, la Escuela de Salud Pública de la ۶Ƶ fue escenario del lanzamiento del libro Repensar la Salud Mental Colectiva Vol. II, una obra científica y colectiva que reúne propuestas, experiencias y desafíos en torno a la salud mental desde una perspectiva crítica, latinoamericana y descolonizadora. El texto —editado por Carlos Madariaga y Ana María Oyarce junto a académicos como Ángel Martínez-Hernáez y Eduardo Menéndez— fue comentado por investigadores y autoridades, en una jornada que combinó presencia local y participación internacional vía Zoom.
La jornada se propuso como un espacio para reflexionar sobre el rol de la salud mental colectiva en contextos marcados por la desigualdad, la violencia y el dominio del modelo biomédico. Según expresaron sus editores, el libro apuesta por “enriquecer los imaginarios científicos, los saberes, valores y principios morales que contribuyen a la producción de una subjetividad social e individual”, enfatizando el rol de las ciencias sociales en la construcción de una ciudadanía crítica y comprometida con los derechos humanos.
Durante la apertura, Lorena Rodríguez Osiac, directora de la Escuela de Salud Pública, destacó la importancia del texto presentado: “Una vez más se elige este espacio para hacer el lanzamiento de un libro cuya importancia no tengo que explicarles a ustedes. La salud mental en la salud pública es hoy día uno de los problemas más relevantes”. En su intervención, vinculó los diagnósticos estructurales de la obra con los desafíos actuales del país en materia de salud mental.
Refiriéndose a datos nacionales y a frases citadas en el prólogo del libro, Rodríguez valoró su enfoque transdisciplinario y cuestionador. “Este es un segundo volumen que recoge nuevas propuestas, experiencias y desafíos con el fin de dar un vuelco al pensar y actuar en salud no solo en Chile, sino que en América Latina y el resto del mundo”.
Ana María Oyarce, antropóloga y académica de la Escuela de Salud Pública, enfatizó el carácter político y estructural del sufrimiento psíquico: “La salud colectiva se construye colectivamente para enfrentar el sufrimiento, el dolor y las dolencias que también se construyen, producen y reproducen colectivamente por relaciones sociales injustas y dañinas”. Su intervención subrayó la crítica al diagnóstico psiquiátrico como instrumento de poder en sistemas desiguales.
Oyarce destacó además la diversidad temática de los capítulos del libro, mencionando el abordaje sobre género, violencia y sufrimiento social: “Me gustaría resaltar el capítulo de género, violencia y sufrimiento social, donde ocho autoras abordan temas invisibilizados”. A su juicio, el texto abre caminos para la construcción de una teoría y una práctica emancipadora en salud mental.
El primero de los comentadores, Álvaro Lefio, jefe del Programa de Salud Colectiva y Medicina Social, celebró el enfoque interdisciplinario del libro: “Se despliega un enfoque que interpela la legitimidad de los saberes hegemónicos en salud mental, promoviendo lecturas que emergen desde la reflexión académica, la experiencia y la memoria colectiva”.
Lefio destacó el cuestionamiento al lenguaje médico como forma de invalidación de subjetividades, especialmente femeninas e indígenasc: “Se señala cómo esas categorías muchas veces operan como dispositivos de invalidación... con énfasis en la experiencia femenina e indígena”. También rescató el valor del texto como herramienta para pensar alternativas desde el territorio y el cuidado colectivo.
Carlos Madariaga, psiquiatra y coeditor del libro, explicó la proyección de esta colección editada por Editorial Contrakorriente: “Le hemos puesto colección con una ambición de continuidad, para abrir un debate que debiera ser permanente, constante y enriquecedor”. Añadió que el tercer volumen está programado para diciembre de este año y ya están convocando a nuevos colaboradores.
Madariaga situó el debate en un contexto de crisis global: “Nos apropiamos nosotros de esta idea de Gonzalo Basile, el epidemiólogo social crítico colombiano, que dice que vivimos una crisis epidemiológica de carácter internacional secundaria a la crisis global que cursa la humanidad”. Desde esa premisa, defendió la necesidad de pensar colectivamente la enfermedad y la salud desde el sur global.
Luego el comentario del psicólogo y jefe del Programa de Salud Mental de la Escuela, Esteban Encina, fue a partir del conocido experimento de Rosenhan, subrayando la eficacia del diagnóstico psiquiátrico como herramienta de control: “El primer capítulo del libro versa sobre el poder, las implicancias del dispositivo que es el diagnóstico psiquiátrico... nos dice que de alguna forma ha sido muy efectivo”.
Encina profundizó también en la crítica a la “evidencia” como criterio único de validez en salud mental: “Se identifica y se cuestiona la evidencia como la forma de sacralizar las prácticas... la ausencia de evidencia no significa que exista evidencia de que algo no funciona”. Su lectura enfatizó la dimensión política y social de las prácticas de salud.
Finalmente, desde España, el antropólogo Ángel Martínez-Hernáez participó vía zoom y situó el libro en un proceso de cambio global: “Algunos pensamos desde hace tiempo que nos encontramos en un momento que podemos definir casi como de reforma en salud mental 2.0”. Hizo referencia a su trabajo en curso que será publicado próximamente en Nature Mental Health, donde se desarrolla esta idea.
Finalmente, Martínez-Hernáez abogó por un enfoque verdaderamente científico, que integre lo social y lo cultural: “La mejor crítica que podemos hacer al modelo biomédico no es que es demasiado científico, sino que es poco científico”. Citó a Tulio Sepilli, quien planteaba que la ciencia no puede desentenderse de los determinantes sociales ni de las condiciones estructurales que producen sufrimiento.