۶Ƶ

Inauguración Año Académico del Liceo Bicentenario Víctor Jara

Es un gran gusto saludarles y un honor participar en la inauguración del Año Académico del Liceo Bicentenario Víctor Jara. Gracias especiales al Señor Director Miguel Rivera y a la ۶Ƶ educativa ampliada por su invitación y su presencia.

Es hermoso estar frente a ustedes hoy. No quisiera que estas palabras se entiendan como un discurso desde un lugar alejado, sino como un diálogo entre personas de distintas generaciones, que tienen un objetivo común: aportar a la construcción de un país mejor, desde la educación.

Todos y todas nos educamos en forma continua y, en ese proceso, nos co-educamos: tomar conciencia de ello nos hace mejores, no solo como individuos, sino también como ۶Ƶ.

Preparándome para la presentación de un libro en estos días, conocí un concepto muy hermoso, desarrollado por la profesora de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, Margaret Levi, que relacioné con nuestra actividad de hoy. Dice Margaret Levi que todos pertenecemos a lo que ella llama una “Comunidad de Destino”, lo que significa que nos hemos alineado con los otros integrantes de esa ۶Ƶ bajo la idea de que entre todos nos cuidamos, porque somos parte de una misma historia. De esta forma, podemos reconocer como ۶Ƶes de destino a la familia, el jardín, la escuela, el liceo, la universidad, la empresa, el grupo religioso, la organización deportiva, etc.

Pero junto con eso, Margaret Levi dice que nuestro desafío debe ser ir creando ۶Ƶes de destino cada vez más ampliadas y más inclusivas que atraviesen una variedad de divisiones y de barreras, porque uno de los más grandes problemas que enfrentamos como sociedad es la fragmentación, la creación de nichos cada vez más excluyentes y más pequeños.

¿Y cómo podemos ampliar una Comunidad de Destino? Levi dice que tenemos que encontrar cuestiones que valoremos por igual, lo que no significa que todos pensemos de la misma manera en una ۶Ƶ, pero que debemos encontrar algo que puede unirnos de manera que reconozcamos un destino común y podamos ir sumando a más y más personas a esa ۶Ƶ.

Sin haberlo conceptualizado formalmente al momento de recibir su invitación, pienso que fue ese deseo de ser parte de algo más grande lo que me trajo hoy aquí, porque la invitación del Director decía que esta Inauguración del Año Académico ocurriría frente a la ۶Ƶ educativa y frente a la ۶Ƶ local, incluyendo estudiantes, apoderados y apoderadas, docentes y vecinos y vecinas de la comuna.

De esta forma, podríamos decir que se nos extendía una invitación a integrarnos, como ۶Ƶ, a su Comunidad de Destino, que no solo incluye al Liceo, sino también a muchas otras personas e instituciones, como lo evidencia este acto.

Sin duda, como instituciones de educación pública, compartimos muchos valores, los que son la llave maestra para ampliar una Comunidad de Destino.

Consideremos el compromiso que manifiesta el Liceo con el objetivo de “ampliar el campo de posibilidades para que todos los estudiantes se conviertan en ciudadanos del mundo”. Compartimos ese objetivo formativo desde la ۶Ƶ y valoramos que, en tan breves palabras, se exprese una idea tan grande y profunda: que todos importan, que cada estudiante tiene la posibilidad de desarrollarse plenamente para actuar en el mundo como ciudadana o ciudadano respetuoso de la democracia.

El que cada una y cada uno pueda desarrollar sus talentos con libertad es algo fundamental. “Ampliar el campo de posibilidades” –como ustedes dicen– es un concepto exigente, porque debe atender a los distintos intereses y a los distintos caminos posibles. Pero, así como exigente, es también de profundo contenido humano.

En nuestra Universidad también nos hemos comprometido con una visión de la calidad que la vincula a la transformación, entendiéndola como algo dinámico y continuo que tiene efecto sobre toda la institución, definiendo la calidad como “la capacidad de desarrollar al máximo los talentos de todos los miembros de una institución en un marco de equidad”.

Esto es enteramente consistente con la oferta de distintos itinerarios formativos que ustedes ponen a disposición de sus estudiantes a través de los itinerarios universitario, técnico-profesional y laboral, que siendo distintos, tienen en común el crecimiento en las dimensiones “ser, convivir, aprender y hacer” a través de la convivencia de estudiantes que “cultivan su identidad, conviven respetuosamente con otros, aprenden colaborativamente con sus semejantes y emprenden un camino que transforma la sociedad que les corresponde vivir”.

Todo ello es también parte de nuestro propio objetivo formativo en la ۶Ƶ.

Para avanzar en esa dirección, desde hace algo más de una década, nos comprometimos a profundizar la equidad y la inclusión, con el propósito de asegurar una ۶Ƶ donde esos principios educativos pudieran hacerse realidad. Se trataba de algo simple de enunciar, pero difícil de lograr: “Hacer honor al nombre de la Universidad, ser verdaderamente de Chile”. Para “ser de Chile”, nuestro estudiantado debía estar conformado por jóvenes que vinieran de diversos contextos sociales y territoriales, con diferentes historias de vida, para representar a Chile y constituirse en un ambiente de gran riqueza cultural.

Como Prorrectora, me correspondió liderar ese proceso a partir de 2010 y luego en distintas funciones universitarias ha sido mi principal preocupación.

Ha sido un proceso profundamente transformador para la Universidad y para cada una de las personas que hemos participado en él. Sin duda, es un trabajo que siempre requerirá mayor atención y profundización, como suele ocurrir cuando se trata de educación.

¿Cuáles han sido sus pilares?

El concepto que ha guiado nuestro trabajo ha sido el reconocimiento de que no se puede ser una institución educativa de calidad si no se es equitativa y diversa, al menos en el ámbito de la educación pública, y debido a la alta selectividad de la admisión a la ۶Ƶ, ese principio se encontraba en peligro.

Un hito importante en este camino –que luego ha servido para dar curso a otros desarrollos– fue la creación de un sistema de ingreso especial para jóvenes egresados de la educación pública, que permite el ingreso con puntajes por debajo del sistema de corte del proceso regular. Lo llamamos SIPEE (Sistema de Ingreso de Equidad Educativa) y en la actualidad está abierto para alrededor de 500 vacantes en todas las disciplinas. Todas y todos ustedes pueden postular. Esta vía especial se funda en la convicción de que en todos los espacios sociales, culturales y étnicos existen personas capaces de desenvolverse con éxito en una universidad. Por eso esta vía de acceso es un llamado que les dice a ustedes “ven, a ti te necesitamos para ser de Chile”.

A la par de crear el Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (SIPEE, 2011) implementamos el Modelo de Desarrollo Integral de Estudiantes (2012) –un objetivo que también es importante para ustedes– y que buscó poner al centro del quehacer universitario al estudiante, y de todas sus capacidades, integrando los ámbitos de la docencia, el aprendizaje y la calidad de vida. Este Modelo representó un cambio radical, que requirió de ajustes organizacionales con el propósito de avanzar hacia la construcción de un espacio común donde la institución, los docentes y los y las estudiantes sean corresponsables del aprendizaje y el éxito académico.

Esta visión ha tenido un impacto transformador en nuestro proyecto educativo.

Desde el punto de vista del acceso, a lo largo de estos años, secuencialmente, hemos creado además del Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (SIPEE) en 2012, una vía de Ingreso Prioritario de Equidad de Género, una vía de acceso para Estudiantes de Pueblos Indígenas, un Sistema de Ingreso para Estudiantes en Situación de Discapacidad y un ingreso para Estudiantes de Colegios Técnico-Profesionales, entre otros.

La valoración de la diversidad interna y el reconocimiento de la importancia de apoyar efectivamente a los y las estudiantes en su progreso académico, en su desarrollo integral y su empoderamiento, ha requerido conocerles mejor, escuchar y valorar sus historias de vida, sus expectativas y sus necesidades académicas. De esta manera, hemos avanzado progresivamente hacia una mayor humanización de nuestra institución, donde cada persona importa.

Junto con ampliar las oportunidades de acceso, permanencia y egreso a más jóvenes, se acordó implementar acciones tendientes a generar ambientes formativos que estimulasen el desarrollo e integración de las capacidades humanas y profesionales para convivir, dialogar y ser efectivos en contextos de alta diversidad.

No se trataba solo de promover el acceso a la universidad de grupos sub-representados, sino de cumplir con nuestro compromiso histórico como ۶Ƶ de aportar al bienestar de la sociedad en general. Desde su fundación en 1842, nuestra institución ha estado marcada con el compromiso de construir país, y el país no se construye con unos pocos, se construye con todos y todas. En el discurso inaugural de la Universidad, nuestro primer Rector, el gran humanista venezolano Andrés Bello, dijo: “Todas las sendas en que se propone dirigir las investigaciones de sus miembros, el estudio de sus alumnos, convergen a un centro: la Patria”. Nuestra Patria común, no la patria de algunos, hemos dicho a lo largo de estos años.

Buscando coherencia con nuestro compromiso de valorar y aprovechar la diversidad para cumplir con los principios de nuestro Modelo Educativo, hemos sumado a nuestros desafíos avanzar hacia una pedagogía inclusiva que promueva el cuidado, a la vez que considere al educando como alguien capaz de aportar también al proceso educativo.

Una fuente de inspiración para esta conceptualización ha sido la Teoría de la Validación, elaborada por Laura Rendón, Profesora Emérita de la Universidad de Texas, quien ha planteado la importancia de considerar en el proceso educativo los aspectos emocionales, sociales y de la vida interior de las personas, de modo que conduzca –dice Rendón– a una “reafirmación y sentido de su propio valer”. En este camino ha desarrollado el concepto de la Pedagogía Sentipensante, que destaca la importancia de preocuparse por la espiritualidad en la educación, una espiritualidad socialmente comprometida, donde los individuos buscan enriquecer su propio ser, así como aquel del colectivo reconociendo su interdependencia.

Ustedes también aspiran a que los y las estudiantes “cultiven su identidad, convivan respetuosamente con otros, aprendan colaborativamente con sus semejantes y emprendan un camino que transforma la sociedad que les corresponde vivir”.

Con el propósito de hacer realidad la pedagogía inclusiva, cuya importancia se hizo especialmente evidente durante la pandemia, nos hemos acercado también al pensamiento del filósofo educacional sudafricano Yusef Waghid.

Apelando a la filosofía africana UBUNTU, que conocimos mejor a través de Nelson Mandela, y que dice que podemos constituirnos como humanos solo a través de la humanidad de los otros –lo que se expresa como “soy, porque somos”–, Waghid nos llama a cuidar de manera dignificada, a sanar al que sufre y a cultivar la responsabilidad de la escucha como un ejercicio de democracia.

Y esto dialoga con su visión en el Liceo:

Abrir un espacio y tiempo de reflexión, escucha, conversación, imaginación, diseño e implementación participativa, de un horizonte de largo plazo que amplíe posibilidades para los estudiantes de la comuna.

Bajo esa ética, en la ۶Ƶ estamos buscando con dedicación las mejores formas de hacer realidad esta visión, a través de innovaciones curriculares, programas de apoyo a la vida de campus, programas interdisciplinarios y manteniendo relaciones de cooperación lo más amplias posibles. Así estamos empeñados en que nuestro curriculum incorpore innovaciones que ayuden a los y las estudiantes a acceder y contribuir al saber, de modo que la búsqueda de sentido no quede disociada de los aprendizajes formales. Para ello, debemos avanzar hacia una educación más contextualizada, que permita además un aprendizaje compartido. 

Ha sido muy hermoso ver cómo ustedes han puesto al centro de su proyecto educativo el informe de la Unesco “Reimaginar juntos nuestros futuros, un nuevo contrato social para la educación”, porque es también nuestro compromiso cumplir con esos postulados.

De hecho, sobre mi mesa de trabajo mantengo en forma permanente una copia de ese informe como recordatorio de nuestro compromiso con nuestros estudiantes, nuestros docentes y la ۶Ƶ en general.

Necesitamos una educación que nos permita ir más allá del espacio que habitamos y que nos acompañe a lo desconocido”, dice el informe, y esto es especialmente importante en este tiempo. Saber en qué dirección nos movemos y, al mismo tiempo, estar muy abiertos a nuevas experiencias que pueden aparecer, atrevernos a tomar nuevos desafíos.

Para vivir en un mundo incierto –como el que vendrá– tenemos que cultivar la disposición a encontrarnos con el mundo, atrevernos a enfrentar los desafíos y confiar en que no lo haremos solos.

Hace unos 20 años, personalmente experimenté un cambio grande en comprensión, que tuvo efectos importantes en mi vida y que les quiero contar ya para ir finalizando estas palabras, porque involucra una experiencia en la escuela pública. Es mi impresión que hoy no sería Rectora si no fuera por esa experiencia.

El origen de esta experiencia transformadora fue la invitación a trabajar en la innovación de la educación en ciencias a nivel de la enseñanza básica. Yo estaba en ese entonces investigando en el laboratorio y enseñando a estudiantes de Medicina, y esto era algo fuera de todo plan.

Se trataba de un movimiento de científicos y científicas a nivel internacional, que habían entendido que tenían un compromiso con la educación y que para favorecer los cambios había que trabajar codo a codo con las ۶Ƶes educativas, acercándose a las escuelas para innovar a través de un trabajo colectivo, donde profesores y científicos aportara con su conocimiento. Les parecía una enorme contradicción que la enseñanza de las ciencias estuviera frecuentemente ausente a las edades en que la curiosidad está universalmente presente.

Aceptamos el desafío e iniciamos el trabajo para introducir la indagación científica en el aula. Se trataba de que los niños y niñas desarrollaran progresivamente ideas científicas claves mientras aprendían a investigar, construyendo su conocimiento y comprensión del mundo que les rodea.

Para ello debían utilizar las mismas habilidades empleadas por las y los científicos, tales como hacer preguntas, recoger datos, razonar y revisar evidencia a la luz de lo que ya se conoce, extraer conclusiones y discutir los resultados.

Fue un proceso maravilloso que aún continúa aplicándose a través del programa de Educación en Ciencias Basado en la Indagación, que algunos conocen por su sigla ECBI. A mí me enseñó que podía interactuar fuera de mi disciplina específica, que tenía algo que entregar a la sociedad más allá de mis conocimientos de bioquímica, que lo que no sabía me lo iban a enseñar otros y otras, y que teníamos una responsabilidad con la educación en general. Ahí aprendí de educación, lo que ha sido esencial para mi trabajo posterior.

Como siempre, la mayor satisfacción y las mayores enseñanzas las recibimos de los niños y niñas: ellos y ellas comprendían en profundidad las posibilidades que se les abrían y nos daban lecciones a diario a través de su creatividad, imaginación y comprensión profunda.

Todavía guardo registros de sus respuestas a nuestra pregunta de si recomendarían esta forma de aprender a otros niños y niñas:

Sí -dijo Diego- “Porque vamos a indagar, vamos a aprender juntos, no vamos a aceptar cualquier explicación y al final no seremos los mismos”. Sí -dijo Daniela- “Porque todos tienen derecho a ser importantes en este país”. Sí -dijo Benjamín- “Porque todos deben saber de dónde venimos”

Inspirados en Diego, Daniela y Benjamín, les esperamos en la educación superior y en la ۶Ƶ. Es su derecho y ustedes nos harán mejores.

“Abramos todas las jaulas”, como dijo Víctor Jara. Entre todos y todas podemos y debemos hacerlo para que ustedes puedan volar.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la ۶Ƶ

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