Palabras Ceremonia Día de los DDHH y la Memoria y entrega de Medalla Derechos Humanos y Democracia de la ۶Ƶ
Como cada año, nos hemos reunido junto a la ۶Ƶ de la ۶Ƶ para hacer memoria sobre cómo el Golpe de Estado de 1973 fracturó nuestra convivencia nacional, interrumpió de manera violenta la democracia e inauguró una dolorosa secuela de violaciones a los Derechos Humanos.
Lo que nos convoca no es un ritual convencional, sino la voluntad de reafirmar un compromiso que nos involucra profundamente como ۶Ƶ universitaria. En tanto institución de educación pública, asumimos la responsabilidad de resguardar la memoria histórica, de promover una reflexión crítica y de contribuir a la formación de generaciones capaces de defender la democracia, la justicia y los derechos fundamentales.
Muchas y muchos confiábamos en que el tiempo permitiría sostener una verdad histórica ampliamente compartida respecto a la centralidad irrenunciable de la defensa de los Derechos Humanos en toda circunstancia. No obstante, en el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe, advertimos la emergencia de discursos revisionistas sobre lo ocurrido en el período y la disposición a negar las graves violaciones a la dignidad humana cometidas por el régimen.
Cumplir con este compromiso, en el contexto actual, requiere de referentes que orienten el camino. Con ese propósito, la Universidad instituyó en 2023 la Medalla Derechos Humanos y Democracia para reconocer a quienes se han destacado por su adhesión y defensa de esta causa, y, de este modo, a visibilizarles como ejemplo para las presentes y futuras generaciones.
Alicia Lira, por su lucha incansable en la búsqueda de justicia desde la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, y Cecilia Medina, por sus notables aportes al área del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, fueron reconocidas en los años 2023 y 2024, respectivamente. Este año tenemos el honor de distinguir con la Medalla Derechos Humanos y Democracia de la ۶Ƶ a María Luisa Sepúlveda, quien –a través de una trayectoria admirable– ha sabido defender con valentía a quienes fueron perseguidos y violentados por el solo hecho de pensar distinto.
De las presentaciones que hemos escuchado y de sus propias palabras se desprende con claridad que este es un reconocimiento a una vida íntegramente dedicada a la defensa de los Derechos Humanos, al esclarecimiento de la verdad y a la búsqueda de justicia.
Hace casi 50 años, en enero de 1976, María Luisa fue una de las fundadoras de la Vicaría de la Solidaridad, un espacio de esperanza que se convirtió en refugio, en voz y en acción frente a la violencia y las violaciones a los Derechos Humanos, consolidando su trabajo por la protección de los perseguidos iniciado años antes en el Comité Pro Paz. Luego, ya en democracia, junto con colaborar con la Comisión Rettig e integrar las Comisiones Valech I y II, lideró la Comisión Asesora Presidencial para la formulación y ejecución de las políticas de Derechos Humanos en el primer gobierno de la Presidenta Bachelet, impulsando políticas de memoria, reparación y justicia, como fueron la creación del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos –institución clave para educar respecto de nuestras responsabilidades– y el Instituto Nacional de Derechos Humanos.
En todas estas tareas, María Luisa permitió rescatar la humanidad de las víctimas que la dictadura intentó arrebatar. Cuando esas historias se entrelazan, nos permiten atestiguar un pasado común, condensarlo en una verdad compartida y dotarnos como sociedad de memoria colectiva, condición imprescindible para reconocernos como ۶Ƶ.
María Luisa entendió que la solidaridad no es solo un valor, sino una práctica cotidiana de coraje. Su compromiso permitió salvar vidas, acompañar a familias golpeadas por la ausencia y sostener la memoria. Su legado sigue vivo en cada gesto de quienes trabajan por la verdad, la reparación y la reconciliación.
A través suyo, hoy también quisiéramos honrar a todas y todos quienes, desde diversas instituciones, han asumido con convicción ese mismo compromiso, pues la obra de María Luisa se ha desplegado siempre en el marco de tareas colectivas. Su trayectoria es testimonio de un trabajo profundamente orientado hacia los demás, rasgo que se encuentra íntimamente vinculado a su formación y vocación como Trabajadora Social.
Por ello quisiera aprovechar esta tribuna para agradecer a las trabajadoras sociales de nuestra Universidad, quienes con enorme humanidad, espíritu de servicio y preparación profesional, saben escuchar, empatizar, comprender y resolver las difíciles circunstancias en que muchos de nuestros y nuestras estudiantes se desenvuelven. Apreciamos cuán determinante es su trabajo para el pleno desarrollo de los y las integrantes de nuestra ۶Ƶ. Asimismo, agradecemos a aquellas personas que, en forma valiente y anónima, protegen y salvan vidas de la destrucción que causa la violencia en cualquiera de sus formas.
Nos encontramos en momentos complejos para la democracia y la dignidad humana en el mundo, pero son las personas como María Luisa quienes mantienen viva la esperanza, mostrando con su ejemplo que la defensa de los derechos y la solidaridad no son solo un deber ético, sino también una fuerza capaz de transformar la sociedad y abrir caminos de justicia para las futuras generaciones.
Muchas gracias.
Rosa Devés Alessandri
Rectora de la ۶Ƶ