۶Ƶ

Palabras Homenaje “Andrés Bello, 160 años”

Una verdadera e irreparable calamidad ha experimentado la ۶Ƶ con la muerte de su dignísimo Rector, acaecida a las seis de la mañana del domingo 15 de octubre de 1865. Mas, el entierro de su cadáver ha sido también digno del sabio eminente, a quien, no solo la mencionada corporación, sino también un pueblo entero quería tributar los suntuosos honores fúnebres que solo se dispensan a los grandes servidores de la patria”.

Con estas palabras se inicia el artículo publicado en el Tomo 27, N°4 de la Revista Anales con fecha octubre de 1865, en el cual se da cuenta de los ritos funerarios y se difunden los homenajes tributados en la ocasión. Hoy, 160 años más tarde, estamos aquí para honrar su figura y su legado, y reconocer su valor en el tiempo presente.

En su discurso en el cementerio, Federico Errázuriz, Ministro de Instrucción Pública, dijo: “Nos reunimos en torno del que murió en la vida privada, del simple ciudadano. ¿Por qué, entonces, todas las autoridades i corporaciones del Estado, todos los hombres de ciencia, los maestros i los jóvenes, por qué los individuos de todas las clases se confunden en un mismo i solemne sentimiento? Porque el muerto es don Andrés Bello, el ilustre literato, el eminente jurisconsulto, el hábil político, gloria de Chile, su patria adoptiva, gloria de América i gloria de todo el mundo, pues la patria de las ciencias no reconoce límites i abraza a la humanidad entera” (sic).

Doble reconocimiento hacía el ministro, por un lado, a la figura de Bello en su grandeza humana y su aporte al conocimiento y, por otro, al quehacer que lo ocupaba “los adelantamientos de la inteligencia”, es decir, la ciencia y su dimensión universal. Todo ello sin dejar de resaltar la nobleza de los sentimientos de un hombre justo y pacífico, que impresiona por su sabiduría en los más diversos campos.

Cito nuevamente: “Nacido al otro lado de nuestro continente, al rayar la gloriosa época de la independencia, sintió que su patria era mas vasta que el ardiente suelo de su cuna; que del centro de un mismo continente, dominado por los empinados Andes, corrían las mismas aguas por el Magdalena, el Orinoco y el Marañon, que las del Paraná, el Bío Bío i el Maipo, i se derramó su grande alma en toda la estension de este nuevo mundo, de esta jóven patria de los pueblos hermanos; se esforzó en cubrirla con su gloria, ilustrarla con su ciencia i en tenerla unida a su corazón” (sic).

Son palabras de su estrecho colaborador y amigo, amante y estudioso de la naturaleza, Ignacio Domeyko, quien pronunció el elogio en representación del Consejo Universitario.

La imagen del alma que se derrama sobre el nuevo mundo para cubrirlo de gloria e iluminarlo con la ciencia, nos revela a un Bello que se entrega por completo, ofreciendo a los demás un destino superior. Bien lo sabe esta Universidad, que se reconoce en la expresión “Hijos de Bello”, porque eso es lo que somos.

Desde aquel 15 de octubre, hace ya 160 años, Bello sigue viviendo en sus obras. A través de ellas continúa derramando su espíritu y fortaleciendo el de su pueblo. Hoy honramos ese legado al usarlo como lente para examinar críticamente el presente y como brújula para orientar el camino.

En tiempos en que la desconfianza se acrecienta y el agravio se naturaliza como forma de interacción, y cuando la libertad académica se ve amenazada –ya sea por los autoritarismos o por la autocensura frente a la cancelación– el equilibrio, la transparencia y la rectitud de Bello emergen como ejemplo de actuar justo y de hacer lo correcto: “La libertad, como contrapuesta, por una parte, a la docilidad servil que lo recibe todo sin examen, y por otra a la desarreglada licencia que se rebela contra la autoridad de la razón y contra los más nobles y puros instintos del corazón humano, será sin duda el tema de la Universidad en todas sus diferentes secciones”, advirtió en su discurso inaugural.

Con estas palabras enunciaba la tensión entre libertad y responsabilidad, una tensión de plena vigencia hoy, porque si bien cualquier restricción ideológica o política a la libertad académica empequeñece a la Universidad y la desvía de su misión más esencial, el ejercicio de esa libertad debe ser responsable.

El llamado de Bello a conjugar libertad con responsabilidad no es solo una advertencia para la vida universitaria, sino también una invitación a que toda labor intelectual se ejerza con sentido ético y compromiso colectivo. Esa misma vocación inspira este encuentro, que busca reflexionar desde las “diferentes secciones” de la Universidad sobre los desafíos de nuestro tiempo a la luz de su legado.

Para finalizar, expreso nuestro mayor agradecimiento a la Cátedra Andrés Bello, a las ۶Ƶ de Derecho, de Filosofía y Humanidades y al Instituto de Estudios Internacionales que la conforman, a sus autoridades, académicos, académicas y estudiantes, así como a todos y cada uno de los y las participantes, por esta magnífica Jornada que estamos inaugurando. Muy especialmente agradezco al Profesor Joaquín Trujillo y su grupo de ayudantes, quienes han hecho de este encuentro no solo una actividad de gran espesor académico, sino también un verdadero acto de amor al legado de Andrés Bello, a la Universidad y al país, porque sabemos que es esa conjunción de saber y de belleza la que nos permite resistir y vencer los males del mundo.

Muchas gracias.

Rosa Devés Alessandri
Rectora de la ۶Ƶ

Compartir:
/u233611
Copiar